Los países centroamericanos son economías dependientes del contexto internacional, por el impacto que este tiene en su comercio exterior, en las posibilidades de atracción de inversión extranjera directa, en el turismo y en las remesas familiares, por lo que 2014 se caracterizará por un crecimiento real bajo, que en promedio rondará el 3.8%. Solamente Nicaragua y Panamá crecerán por encima de este promedio, mientras Costa Rica y Guatemala continuarán siendo las economías más grandes del istmo, generando cerca del 50% del producto interno bruto regional que este año rebasará los 200 millardos de dólares.
La realidad socioeconómica de la región continuará generando ingobernabilidad y disminuyendo las posibilidades de desarrollo sostenible. En 2014, de los aproximadamente 45 millones de centroamericanos, cerca del 59% (26.5 millones) continuará viviendo en condiciones de pobreza, mientras un 15% estará en la indigencia. A los altos niveles de pobreza ―concentrados principalmente en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua― se suman otros fenómenos como el bajo acceso a la seguridad social (aproximadamente el 70% de la población no está afiliado), la salud (un 25% no tiene acceso a ningún tipo de servicio básico de salud) y la educación (solamente el 30% de jóvenes logran acceder a los niveles de educación post-primaria).
En el ámbito político, este año será de transiciones que abrirán la puerta a cambios en los Organismos Ejecutivos y Legislativos, así como en los gobiernos locales de Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá. Según las encuestas de percepción, los principales problemas sobre los que los ciudadanos esperan solución están el empleo, la seguridad, la educación y la salud, sin dejar de lado la necesaria lucha contra la corrupción. Sin embargo, al revisar los planes de gobierno de las principales fuerzas políticas de estos países así como de sus discursos de campaña, es fácil advertir que quienes pretenden gobernar la región, carecen de la suficiente fundamentación técnica y económica para enfrentar la realidad actual.
La política fiscal continuará estando al centro del debate en toda la región, con temas tales como la transparencia, nuevos privilegios fiscales para algunos sectores económicos relacionados con la explotación de recursos naturales y la industria, el fortalecimiento de las administraciones tributarias, la mayor efectividad del gasto público y el mejor control del endeudamiento público. Los países con alerta roja en este ámbito son El Salvador, Honduras y Costa Rica. Estos países, con cambios en el Legislativo podrían aprovechar a impulsar reformas fiscales que permitan sanear sus finanzas públicas en bancarrota.
En todo caso, sin los consensos políticos suficientes, El Salvador podría acercarse, en el medio plazo, a una desdolarización forzada por la imposibilidad de hacer frente a los compromisos de gasto público relacionados con salarios, adquisición de bienes y servicios y pago de la deuda; el rápido y significativo endeudamiento público de Costa Rica continuará aumentando las tasas de interés domésticas, aumentando los costos de las inversiones privadas y generando percepciones poco optimistas sobre el crecimiento económico de mediano plazo. En Honduras, la falta de acuerdos en materia fiscal podría provocar un mayor debilitamiento de la institucionalidad de este país, menos posibilidades de luchar contra la pobreza que afecta a cerca del 60% de la población, así como mayores focos de ingobernabilidad, ante la incapacidad de cumplir compromisos con los gremios magisteriales, médicos y salubristas. Por último, en Guatemala, grupos económicos vinculados a la industria podrían impulsar una nueva y nociva agenda de privilegios fiscales que mutile más las posibilidades de recaudar impuestos.
Todos los años son una buena oportunidad para mejorar, pero en el caso de los Estados, concretar las oportunidades de mejora requerirá de una mayor responsabilidad de los políticos, de los gremios empresariales y de trabajadores, y de los ciudadanos en general, pues se requiere asumir responsabilidades para el diseño y la puesta en marcha de una Centroamérica diferente.
Una versión de esta columna de opinión se publicó en la Revista Contrapoder, en su edición número 35.