«Antes del milagro del Este asiático había dos paradigmas del desarrollo dominantes, uno centrado en los mercados, el otro en el Estado y la planificación. El primero tenía sus raíces intelectuales en la «mano invisible» de Adam Smith: los mercados conducen siempre a resultados eficientes. Todo lo que el Estado deba hacer para promover el crecimiento es apartarse del camino. El axioma básico es «alcanzar los precios correctos». Con precios correctos, todos tendrán incentivos para establecer una adecuada asignación de los recursos. Había, empero, una observación perturbadora que socavaba esta religión particular, a saber: que los países que parecían haber alcanzado los precios correctos ―siguiendo los consejos de los predicadores de la libertad de mercado que los visitaban― a menudo no lograban crecer. Por cierto, siempre podía alegarse, como en la medicina medieval, que el paciente no había acatado exactamente las prescripciones del médico, y era esto lo que explicaba que el remedio hubiese fallado.
En el extremo opuesto estaban quienes tenían escasa fe en el mercado y confiaban en que el Estado, a través del proceso de planificación, asegurase una distribución de los recursos apropiada para promover el crecimiento económico. La falta de éxito de los países que siguieron este último paradigma llevó a la virtual extinción de esta escuela de pensamiento.
Irónicamente, casi ninguno de los países industriales que tuvieron éxito siguió estas dos estrategias extremas. Se trata de economías mixtas en la que el Estado desempeña un papel importante. La pregunta que corresponde formularse no es si el Estado debe cumplir algún papel, sino cuál y de qué manera puede desempeñarlo con mayor eficacia.»
Joseph E. Stiglitz (1943). Algunas enseñanzas del milagro del Este asiático. Publicado en The World Bank Research Observer, vol. 11, Núm. 2, Agosto de 1996. Traducción de Leandro Wolfson publicada en Desarrollo Económico, vol. 37, Núm. 147, octubre – diciembre 1997.
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