Hoy que celebramos el Día del libro, le comparto estos autores para que continuemos profundizando conocimientos sobre el Estado, la reivindicación de los bienes públicos, cómo luchar contra la desigualdad y el siempre mutante neoliberalismo. Estos cinco autores revivifican el pensamiento social que busca el progreso de la civilización.
El Estado. Pasado, presente y futuro, de Bob Jessop (Libros de la Catarata, 2017), traducido por Carlos Valdés García. Como la portada muy bien lo advierte, este libro es el más completo repaso a la teoría del Estado en los últimos treinta años. Jessop ―catedrático de Sociología en la universidad de Lancaster― es hoy uno de los politólogos más reputados en lo referente a la teoría del Estado, en buena medida por su experiencia de más de treinta años y por su profundo conocimiento sobre pensadores como Gramsci, Poulantzas y Marx. El libro cuenta consta de tres partes: la primera, describe el Estado como concepto, relación y realidad. El autor parte de la advertencia sobre la complejidad de estudiar el Estado, para pasar después a definirlo y diseccionarlo. Además de analizar el enfoque de los tres elementos (territorio, población y capacidad de coerción) agrega un cuarto elemento, que es el aporte de Jessop a la teoría, y que se relaciona con «el relato del Estado», acertando a comprender que la legitimidad del Estado proviene de la construcción de elementos, concretos y subjetivos, que dan certidumbre a su población, que le hacen sentir parte del Estado. Jessop, a partir de estos elementos, desarrolla la idea del Estado como relación social, en constante interacción y movimiento. Resalto la tercera parte del libro, la que trata sobre el pasado, presente y futuro del Estado. Interesante en esta parte, los capítulos destinados a reflexionar sobre la democracia liberal, los estados de excepción y la nueva normalidad con una sección dedicada a tratar sobre los Estados frágiles, los Estados fallidos y los Estados canallas. ¿En qué tipo de Estado vive usted? Finalmente, Jessop trata sobre como los Estados se están encaminando hacia la austeridad perdurable con políticas fiscales cada vez más rígidas y menos vinculadas al bienestar social y el desarrollo, con lo cual se está provocando una mercantilización de la vida diaria.
El Estado emprendedor, de Mariana Mazzucato (Colección Economía de RBA, tercera edición, 2017), traducido por Javier Sanjulián Arrupe y Anna Solé del Barrio. Este libro analiza desde la visión keynesiana y schumpeteriana el papel de la administración pública en el fomento de la innovación y la transformación productiva. Para Mazzucato —doctorada por la New School for Social Research de Nueva York y una de las economistas más innovadoras y de mayor prestigio en la actualidad— el papel del Estado no debe limitarse a intervenciones para solucionar fallos del mercado, sino que este debe asumir un rol más protagónico en el desarrollo: pasar del limitadísimo papel del Estado corrector de mercados al Estado moldeador y creador de mercados. En este libro, rico en ejemplos de ese Estado emprendedor, se nos permite analizar el rol de las inversiones públicas de Estados Unidos para financiar la revolución tecnológica (Internet, Google y el Iphone, por citar algunos ejemplos), un fenómeno en el que el Estado no solo elimina riesgos a los actores privados, sino que impone una fuerza innovadora y de cambio. Asimismo, Mazzucato ayuda a definir los aspectos clave del Estado emprendedor y las formas que este puede tomar: desde programas para la investigación avanzada, programas de investigación para la pequeña empresa hasta apoyo al desarrollo de nanotecnología, todo dentro de un marco estratégico de «economía del conocimiento» para lograr desarrollo social y económico y recordando que la educación, la investigación y la capacitación son variables vitales en este modelo de Estado. Hay un llamado al cuidado de que el Estado promotor se acerque a aquellos sectores que le demandan educación, salud, infraestructura, más que aquellos que solo reclaman el no pago de impuestos o subsidios, es decir, una función pasiva de lo público frente al desarrollo. También advierte, retomando las ideas de Keynes, el cuidado para que el Estado no emprenda tareas que otros ya hacen bien, sino que haga aquello que en la actualidad no se está haciendo. Finalmente, Mazzucato advierte que es el Estado el que tiene la capacidad y potencia para liderar la revolución verde. En definitiva, este es un libro de lectura necesaria y urgente para cualquier persona preocupada por el desarrollo.
Le podría interesar 2017: Mis libros de ciencias sociales preferidos
Precariado. Una carta de derechos, de Guy Standing (Capitán Swing, 2014), traducido por Andrés de Francisco. Standing ―profesor de estudios del desarrollo en la universidad de Londres y cofundador de la Red de Renta Básica Tierra (BIEN)― ha dedicado muchos años a teorizar sobre el precariado, un clase masiva emergente y diversa a la que se le han negado derechos políticos, civiles, sociales y económicos, en medio de una mayor desigualdad e inseguridad. Standing refuerza la idea de Zygmunt Bauman sobre las sociedades líquidas en las que el común de las personas no tiene a qué asirse (sin contrato de trabajo, sin trabajo fijo, sin seguridad social ni seguro de desempleo, sin expresiones políticas que le representen). El autor, al igual que Jessop, dedica espacio a discutir sobre cómo la austeridad está afectando la capacidad de los Estados para garantizar derechos y promover igualdad y bienestar, lo que está provocando el crecimiento del precariado. Para contrarrestar la precarización, Standing, propone una carta unificadora para las grandes mayorías, que consta de 29 artículos que van desde redefinir el trabajo como actividad productiva y reproductiva (artículo 1), hasta avanzar hacia una renta básica universal (capítulo 25), revitalizar los comunes (artículo 27), y desmercantilizar la educación (artículo 23). El libro cierra con un esperanzador capítulo intitulado «hay futuro», haciendo un llamado a buscar alianzas políticas amplias que tengan como objetivo transformar a los residentes suplicantes de hoy en ciudadanos portadores de derechos. También nos llama a recuperar el lenguaje del progreso tan caído en desgracia por la narrativa que lo utiliza, yo diría, con fines neoliberales. El futuro planteado en esta carta de derechos es uno basado en la certidumbre, basado en valores como la compasión, la empatía y la solidaridad.
Seis discursos sobre el New Deal. Existe otra forma de salir de la crisis, de Franklin Delano Roosevelt (Ediciones La Lluvia, 2012), traducido por Lidia Santos y Joan R. Riera. Este es un tesoro para aquellos que desean comprender cómo desde la política, la economía puede retornar a su función inicial: estar del lado de las personas. Roosevelt ―demócrata, elegido presidente por primera vez en 1932 y otras tres veces hasta su muerte al final de la Segunda Guerra Mundial, caso único en la historia de Estados Unidos― contrarió los convencionalismos económicos y a las élites económicas acostumbradas al rentismo, y en medio de la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, propuso medidas keynesianas que, mediante el aumento del gasto público, condujeron paulatinamente al incremento de los bienes y servicios proveídos por el Estado (fortalecimiento del estado de bienestar), al tiempo en que ese gasto dinamizó la economía y ayudó a enfrentar el desempleo. En estos seis discursos, muy vigentes en la actualidad, Roosevelt explica el porqué de estas medidas y exhorta a los estadounidenses, en particular a los empresarios, a comprender y sumarse al esfuerzo gubernamental por atajar los problemas comunes y acabar con el sufrimiento de los hombres y las mujeres «que tratan de mantenerse a ellos mismos pero no pueden, (…) que queriendo trabajar no encuentran trabajo». Después de Roosevelt, las visiones hegemónicas, desde Reagan y Thatcher hasta la actualidad, han vendido la idea de que «no hay alternativa» y que la administración pública solo puede ser una ambulancia que recoge a los hombres y mujeres heridos y muertos por el modelo económico, mientras protege y salva bancos, financieras, monopolios privados, entre otros ganadores. En el contexto actual es más que necesario leer a Roosevelt, comprender sus argumentos y apropiárselos para debatir ―con las mayoritarias y retrógradas élites económicas y sus mayordomos― sobre una economía que aumente el bienestar de todos, que procure la innovación y las reglas claras e iguales para todos, y para convencer a los políticos que aquellos que obran para el bien común siempre serán más legítimos y mejor recordados que los que se prostituyen frente a intereses particulares.
Galbraith esencial, selección y edición de Andrea D. Williams (Crítica, 2001) sobre la extensa y diversa obra de John Kenneth Galbraith (1908-2006) —profesor emérito de Harvard (1949-1975), colega de Joseph Schumpeter, trabajó intermitentemente en la administración pública estadounidense, siendo consejero de Franklin D. Roosevelt, Truman, Kennedy y Clinton). Este libro, como bien expresa el propio Galbraith en su prefacio «recoge escritos que se supone tuvieron un impacto duradero sobre el pensamiento económico y de otras disciplinas o sobre el mundo en general»: aquí se encuentran 20 ensayos, entre los que destacan La tecnoestructura, Economía y calidad de vida, El fin adecuado del desarrollo económico, Cómo Keynes llegó a América, In Goldman, Sachs We Trust, y la conferencia intitulada El asunto inacabado del siglo, leída el 28 de junio de 1999, en la London School of Economics. En esta conferencia, la de mayor circulación de todas las pronunciadas, Galbraith recuerda la poca atención que se le prestaba en los años treinta a Friedrich von Hayek, quien fue su maestro. A criterio de Galbraith, hay dos aspectos inacabados del siglo y del milenio. Primero, el elevadísimo número de los muy pobres en los países más ricos, advirtiendo la elevada concentración de las rentas (creciente desigualdad). La respuesta frente a este problema es que todo el mundo ha de disponer de unos ingresos básicos decentes. La segunda trata sobre la edificación de gobiernos efectivos para lograr el desarrollo en todo el mundo, refiriendo que la desigualdad y la pobreza también tienen su dimensión internacional: «[…] el colonialismo ha dado paso a gobiernos frecuentemente a gobiernos corruptos o simplemente a ausencia de gobierno» y concluye con una consideración que cada día es más vigente: «[…] Que la firme actividad de las Naciones Unidas produzca una independencia eficaz y humanitaria. La ayuda económica es importante, pero sin un gobierno honrado y competente sus resultados son magros. Tal es una de las principales tareas inacabadas del siglo y del milenio». Cada artículo de este libro, es un tesoro para aquellos que desean comprender el rol de la economía y del Estado en la construcción de la civilización moderna.
Mientras haya libros, ¡habrá revolución!
Excelente !!! Gracias
Me gustaMe gusta
Pingback: La gente que lee abraza más fuerte y vive menos | Jonathan Menkos Zeissig